El material básico, que se caracteriza por su alta temperatura, de aproximadamente 1000/1200°C, su bajo contenido de sílice, su elevada fluidez y el rápido desprendimiento de los gases, origina erupciones que no son explosivas. Por el contrario, dan origen a erupciones donde predomina la fracción líquida o lava.
El material ácido, que es viscoso, muy rico en sílice, con temperaturas de aproximadamente 600°C, origina erupciones muy violentas, con gran desprendimiento de gases y de la fracción sólida (piroclastos).
Si el material sale a la superficie por una fisura o grieta del terreno, nacen derrames en grandes mantos, que se alejan del lugar de emisión, cubriendo una gran superficie. La sucesiva salida de material, puede producir la formación de mesetas basálticas.
Si por el contrario el material sale por un orificio, da origen a la formación de un cono volcánico, cuya forma dependerá del tipo de erupción. Por otra parte a lo largo de su historia, un cono volcánico puede variar su tipo de erupción, es decir, pasar de formas más violentas a menos violentas y viceversa.
Si por el contrario el material sale por un orificio, da origen a la formación de un cono volcánico, cuya forma dependerá del tipo de erupción. Por otra parte a lo largo de su historia, un cono volcánico puede variar su tipo de erupción, es decir, pasar de formas más violentas a menos violentas y viceversa.
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