a) Los progresistas en el poder (1836-1837).
Los progresistas, descontentos con las tímidas reformas iniciadas, tenían su fuerza en el dominio del movimiento popular, en su fuerte influencia en la Milicia Nacional y en las Juntas revolucionarias. En el verano de 1835, y de nuevo en 1836, los progresistas protagonizaron una oleada de revueltas urbanas por todo el país.
Ante la situación, en Septiembre de 1835, Mª Cristina accedió a restablecer la Constitución de Cádiz y entregó el poder al progresista Calatrava.
1) Disolución del régimen señorial.
2) Desvinculación.
3) Desamortización. En el año 1836, el presidente Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y estableció la incautación por parte del estado del patrimonio de las comunidades afectadas.
Junto a la abolición del régimen señorial y a la transformación del régimen de propiedad, una serie de medidas dictaminadas al libre funcionamiento del mercado completaron la liberalización de la economía.
El gobierno progresista convocó unas cortes extraordinarias para redactar un texto constitucional que adaptase el de 1812 a los nuevos tiempos. El documento, aprobado en Junio de 1837.
b) Los moderados en el gobierno (1837-1840).
Una vez aprobada la Constitución , se convocaron nuevas elecciones para Octubre de 1837, que fueron ganadas por los moderados. Los moderados intentaron desvirtuar los elementos más progresistas de la legislación del 1837. Una Ley de Ayuntamiento dio a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia.
Espartero disolvió las Juntas revolucionarias y convocó nuevas elecciones, que dieron la mayoría parlamentaria a los progresistas. Durante su regencia actuó con un marcado autoritarismo: fue incapaz de cooperar con las Cortes y gobernó sin más colaboradores que su camarilla de militares afines, conocidos como los ayacuchos.
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