Al cabo de tres años, en 1982, es elegido diputado a Cortes por Ávila, haciéndose con la presidencia de Castilla y León en las elecciones autonómicas de 1987. Como consecuencia de la retirada de Manuel Fraga Iribarne de la política activa, en 1989 Aznar asumió el cargo de presidente del Partido Popular (PP). Su logro más importante en este período fue el de organizar, alrededor de esta formación que sustituía y continuaba el legado de AP, el espacio de centroderecha en España con políticos procedentes de Unión de Centro Democrático (UCD).
Este primer mandato se caracterizó por una política de liberalización económica, con la privatización de las principales empresas públicas. Los buenos resultados de la misma, que situaron a España a la cabeza de las naciones que cumplieron con las condiciones para incorporarse al euro, facilitaron sobremanera su reelección en el año 2000, esta vez por mayoría absoluta.
Sin embargo, en esta segunda legislatura empezaron a surgir toda clase de problemas: sus medidas en el terreno educativo, social y laboral alentaron las primeras protestas de envergadura (huelga general en junio de 2002). Posteriormente, los problemas suscitados por su enfrentamiento directo con los nacionalistas vascos, la grave crisis del Prestige, la guerra de Irak, y, sobre todo, las consecuencias de los atentados del 11-M, propiciaron la caída del PP en las elecciones generales de 2004.
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